Forma a nuestros hijos con temor de Dios, se preocupa por ellos individualmente, los prepara para dar testimonio y para lo más importante..vivir la vida eterna al lado de nuestro Señor. El rector es un hombre conforme al corazón de Dios.
Es muy bueno. Genera aprendizaje divertido en los niños y son tan felices que quieren ir hasta los fines de semana.